sábado, 28 de junio de 2014

De Ciudadela a París

Julio González fundo la empresa familiar Orali en la década del 60’ en el oeste del Gran Buenos Aires, para ese entonces era una pequeña distribuidora de alimentos -montada en un departamento alquilado- y con el paso de los años se convirtió en una fábrica de pastas y tapas de empanadas.

Se la puede considerar una de la pyme más importantes del planeta, según lo certifica el premio “Estrella Internacional al Liderazgo en la Calidad” categoría oro, más conocido como “el Nobel” empresario, que la fábrica recibió en París de manos de Business Initiative Directions (BID), una de las organizaciones privadas más importantes y respetadas del mundo en evaluación de empresas.

La entrega del premio se realiza desde hace 23 años. BID gratifica tanto a grandes como a pequeñas compañías y para la elección final tiene en cuenta: calidad empresaria, satisfacción al cliente, recursos humanos, responsabilidad social empresaria y medio ambiente.

Orali arrasó con todos estos parámetros de la misma manera que en una entrega anterior lo hizo la empresa constructora Turner Construction que, en Dubai, suma ladrillo sobre ladrillo para superar los 800 metros con el edifico más alto del mundo. Uno de los factores que determinaron la decisión del jurado para premiar a Orali es el siguiente: la fábrica es la primera que desarrolla en Latinoamérica una línea de pastas frescas orgánicas certificadas. La elaboración de productos con una materia prima de estas características tiene un costado ecológico porque no contamina los suelos.

Pero la aventura no comenzó ni en Dubai ni en París, sino en Ciudadela sobre un Chevrolet que desbordaba de prepizzas. González las compraba, las envasaba y las distribuía en comercios de la zona. A veces contaba con la ayuda de su hijo Julio y de sus sobrinos, José Luis y Gustavo. Así fue que la distribuidora de alimentos, antecedente de la fábrica de productos frescos, se hizo conocida entre los vecinos de la zona y alrededores.

En el fragor del día a día, a bordo de su Chevrolet, González tal vez se ilusionó con que el emprendimiento se iba a convertir poco a poco y a base de esfuerzo en una empresa alimenticia destacada en el rubro, pero seguramente no imaginó, ni en su desvelo más alocado, que sus tres pequeños ayudantes, actuales dueños de la empresa, casi 40 años después iban a llevar el nombre de Orali a lo más alto en Europa.

“La fábrica empezó en el 66 y yo la heredé en 1985. Hacíamos solamente tapas de empanadas y era todo muy artesanal. Papá falleció de un día para otro y me tuve que hacer cargo un poco a los tumbos. Había que sacar a Orali para adelante y lo hicimos con mis primos, que trabajan acá desde hace veinte años y son parte de la sociedad desde hace cuatro. Gracias a que todos nos pusimos la camiseta pudimos hacer crecer la empresa. Después saltamos a los fideos y completamos una línea de ravioles y tapas frescas de forma industrial”, cuenta Julio González (h) en su oficina, mientras sostiene la copa que recibió en París.

Es curioso su perfil profesional si se tiene en cuenta que maneja los destinos de una empresa alimenticia. No es abogado, ni contador, ni ingeniero. Fanático de las historietas, en su juventud redactaba guiones de humor y el gusto por las ciencias sociales le brotaba por los poros. Se recibió de sociólogo y luego sí, con el traje puesto de director de Orali, sintió que necesitaba más herramientas para desarrollarse como director de la compañía y realizó un master en dirección de empresas.

Sin embargo, la vocación inicial sobrevive en una síntesis perfecta con la profesión. Un sociólogo que lleva las riendas de una fábrica de pastas no hace ni más ni menos que “sociología de las masas”, asegura entre risas. Y luego, mientras explica el funcionamiento integral de Orali, salpicada durante todos los días de la semana de un perfume irresistible y una capa inevitable de harina, detalla una a una las cadenas de producción: “masas de ravioles, masas de fideos, de tapas de empanadas...”. El futuro: nueva planta y línea de producción

Además de las pastas orgánicas, que se exportan completamente a Estados Unidos, Alemania e Inglaterra, Orali va a lanzar una nueva línea de pastas fortificadas en proteínas, calcio, hidratos de carbono y hierro que se va a producir en la nueva planta de 1800 m2 que abrirá también en Ciudadela. En este caso, dice González, la idea es “llegar a los hogares argentinos y tener presencia en Latinoamérica”.

La distribución local se realiza en doce camiones. Orali reparte en mayoristas y distribuidores que a su vez cuentan con cientos de clientes. De esta manera, las pastas y las tapas de empanadas tienen fuerte presencia en almacenes y autoservicios del país.

Respecto a la crisis actual, González no vislumbra un futuro borroso e impreciso; sin embargo, considera que la Argentina es imprevisible y tiene en cuenta la coyuntura económica. “Hemos pedido créditos, pero pocos, sólo para comprar máquinas. Apostamos al ahorro y a la autofinanciación para soportar la crisis. Uno tiene que tener una reserva, es tu cintura empresaria. En cada crisis tenés que salir de alguna manera. A veces suspendemos la venta financiada y vendemos de contado y hacemos lo mismo con las compras”, explica.

La empresa tiene un ritmo agotador. La producción se divide en tres turnos. Entre operarios, administrativos y choferes que realizan el reparto con sus ayudantes, en Orali trabajan 130 personas, pero con la fábrica nueva esperan sumar entre 200 y 300 empleados más. Entre tanto, González y sus dos primos también dividen tareas para armar un trío armónico. La dirección general, la política de recursos humanos y financiera de la empresa tiene definido un encargado.

“Cuando uno trabaja con la familia realmente choca un montón de veces. A mí me ayudaron mucho mis 13 años de terapia. La psicología es muy importante. En definitiva, son conflictos humanos. Hay modelos de empresas personalizadas donde las decisiones las toma una persona; pero es un modelo que cierra poco en lo humano. Una empresa toca muchas profesiones, muchas áreas. Ingeniería, marketing, contabilidad, psicología.. por eso acá somos tres socios”, señala el sociólogo de las masas.

Buena pasta

z Actividad principal: fábrica de pastas y tapas de empanadas

z Inicio de actividades: 1966

z Cantidad de empleados: 130

Es la primera empresa latinoamericana en desarrollar y exportar una línea de pastas frescas orgánicas certificadas.

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