jueves, 17 de abril de 2008

Cuando lo barato sale caro


Control mental de las emociones respecto al dinero:

"Dos por uno", "Tres por dos", "40% de descuento" y pare usted de contar cuántas más frases de este estilo vemos a diario para tocar nuestra fibra consumista.

El hecho es que, si bien es cierto que una manera de reducir gastos es estar en busca de las mejores ofertas que se nos presenta en el mercado, aprovechar estas ofertas sólo tiene sentido si aquel bien que hemos encontrado a un precio de ganga es algo que de no estar en ese precio especial hubiésemos adquirido de todas formas; en otras palabras: algo que realmente deseamos tener o que es necesario.

De lo contrario "aprovechar" una rebaja, lejos de hacernos ahorrar dinero, nos hace gastarlo.

Actuando de esta manera, cuando creemos que estamos pagando menos (en efecto podríamos estar pagando un precio menor al precio real, démosle el beneficio de la duda a los comerciantes y asumamos que en realidad se trata de una ganga) por un artículo, podríamos verdaderamente estar pagando más, ya que pudiésemos escoger "pagar" el precio de cero simplemente no haciendo la compra, y cualquier monto que paguemos, por ínfimo que sea, siempre va a ser mayor a esta cantidad.

Un ejercicio simple que es sugerido, es el de que cada vez que nos sentimos tentados a comprar algo (más si se trata de una oferta) en lugar de comprarlo enseguida lo anotemos en un papel y al cabo de una semana si eso que tenemos escrito todavía tenemos el deseo de adquirirlo, podríamos hacerlo (por supuesto, siempre y cuando estemos en capacidad), ya que en ese caso no se trataría de un simple capricho inducido por el bajo precio, sino de algo por lo que en efecto estamos dispuestos a gastar para darle un buen uso, para satisfacer una necesidad o un gusto real.

Por último, es también recomendable en estos casos tener en cuenta el principio de que "el dinero ahorrado, es dinero ganado"; quizá esa visión de que cada vez que dejamos de hacer una compra impulsiva estamos en efecto "ganando" un monto equivalente al precio del producto (y posteriormente los intereses que éste pudiese generarnos si lo invertimos de alguna forma), pueda sernos de ayuda a la hora de administrar nuestras finanzas personales y regular nuestros gastos.

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