jueves, 17 de abril de 2008

¿Por que no muchas personas tienen dinero?


¿Por qué no muchas personas tienen dinero?

He llegado a una teoría (muy personal) de por qué muchas personas no tienen suficiente dinero:

Simplemente porque a muy pocos les interesa tenerlo. A la mayoría le parecerá tal afirmación descabellada, pero mi teoría viene dada más bien por el hecho de que el concepto de “querer tener dinero” que manejamos es errado.

Imagínense que le preguntan a 20 personas, por ejemplo, si quisieran tener un carro nuevo; la mayoría de esa personas seguramente diría que sí. Si les preguntamos qué harían con su nuevo carro, seguramente dirían que lo usarían como su medio de transporte personal.

En otras palabras, lo conservarían. Ahora bien, si a las mismas 20 personas se les preguntara si quisieran tener dinero, de nuevo, la respuesta de todas sería afirmativa, y aquí es donde para mí esta respuesta es un poco contradictoria, porque si les preguntásemos a esa personas (que respondieron sí a la pregunta anterior), qué harían si tuvieran en sus manos, digamos 1.000.000 (un millon), la mayoría diría que se compraría un carro nuevo o que compraría una casa o un apartamento o que se iría a viajar, etc., etc.

En otras palabras gastarían el dinero, no lo conservarían. Entonces, ¿la gente realmente quiere tener dinero o las cosas que puede comprar con él? Algo que realmente se quiere no se cambia por otra cosa, por el contrario, trata de conservarse, como el carro del primer ejemplo.

La persona que realmente quiere dinero, pensaría más bien en conservarlo e invertirlo para que éste se multiplicase y no en cambiarlo por otras cosas, porque al fin y al cabo, una compra no es más que un intercambio de dinero por algún artículo.

Esa es para mí una de las causas por las cuales las personas no acumulan riquezas, porque tan pronto tienen dinero, lo gastan, no intentan quedarse con él, porque a pesar de asegurar que sí quisieran tenerlo, lo que realmente quieren son las cosas que pueden comprar con él; y así pueden pasarse toda la vida, gastando el dinero que producen, a veces (por no decir la mayoría de las veces) en cosas innecesarias y no desarrollan el gusto por conservar el dinero que ganan.

¿A cuántas personas que conocen les emociona ver que a fin de mes sus cuentas de ahorro tienen un saldo un poco mayor gracias a los intereses (y estoy hablando de un instrumento de muy bajo rendimiento)? A mí me pasa, y no me avergüenza decirlo, aunque me califiquen de materialista.

Yo sí disfruto realmente de ver mi dinero crecer, de ver cómo aquella inversión que hice hace años, ahora vale el doble o el triple y sigue creciendo.

Por supuesto, no estoy hablando de acumular dinero y nunca comprar nada con él, eso sería avaricia, yo también disfruto de gastar mi dinero, pues para eso es.

Se trata más bien de buscar un equilibrio, y creo que ese equilibrio lo podremos lograr si sentimos gusto tanto por ahorrar el dinero como por usarlo para adquirir cosas; de querer el dinero tanto como las cosas que compramos con él.

De esta manera, al sentirnos “tentados” de comprar algún artículo, de gastarnos el dinero; en unas ocasiones la balanza se inclinará en favor de ahorrar (a riesgo de ser llamados tacaños, cosa que también me sucede con harta frecuencia) y en otras en favor de hacer el gasto y darnos ese gusto, de manera que en ambos casos ganamos y podemos ir poco a poco acumulando riquezas sin necesidad de suprimir todos los gustos que de vez en cuando es necesario darse.

Por supuesto que en esta dicotomía entre gastar y ahorrar, más allá del placer que podamos sentir por alguna de estas opciones, el ser concientes a la hora de elegir una de ellas, juega un papel primordial en la búsqueda del equilibrio deseado.

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