jueves, 26 de septiembre de 2013

Happy money: dime cómo gastas tu dinero y te diré cuán feliz eres

El dinero no da la felicidad, pero produce una sensación tan parecida que sólo un auténtico especialista podría reconocer la diferencia”. La genial humorada de Woody Allen parece que ya tiene expertos que la sepan explicar.

 

Se trata de dos investigadores estadounidenses que han presentado un estudio que explica que se puede ser más feliz con el dinero que se tiene y no preocupándose tanto por aumentar el nivel de riqueza.

 

Para los académicos Elizabeth Dunn (profesora de Psicología de la Universidad de British Columbia) y Michael Norton (profesor de Marketing de Harvard), sí se puede alcanzar la felicidad con el dinero, a condición de aprender a gastarlo de manera más “inteligente”.

 

El trabajo fue publicado en el libro “Happy Money: The New Science of Smarter Spending” (“Dinero Feliz: La Nueva Ciencia del Gasto Inteligente”), donde los especialistas evaluaron los comportamientos de compra de una gran cantidad de personas.

 

Y llegaron a la conclusión de que son igual de importantes el cómo y el cuánto: no sólo hay que prestar atención a la cantidad de dinero gastada sino también a la manera en que se lo utiliza.

 

El tema que abordan los investigadores ha sido uno de los más analizados por la teoría económica, donde todos los grandes economistas (Marshall, Keynes, von Mises, Friedman, etc.) han metido la cuchara para tratar de dar con la piedra filosofal: cómo debe hacer el ser humano para maximizar la utilidad del dinero que posee.

 

Pero el enfoque del trabajo de Dunn y Norton es original ya que pondera aspectos cuantitativos y cualitativos. De acuerdo con los expertos, la forma en que gastamos nuestro dinero es igual de importante que el monto que desembolsamos. Es decir que por más que uno se estrese en tratar de ganar más, a veces acceder a bienes y servicios más sofisticados y lujosos no garantiza que esa persona sea más feliz.

 

El ejemplo más claro de esto podría ser el de una familia que, gracias a una situación económica más cómoda, decide comprar un terreno en un country del Gran Buenos Aires y construir su casa allí. Tras mudarse al country (y mejorar su nivel socioeconómico), tienen que seguir trabajando duro para mantener el nuevo tren de vida, que incluye situaciones poco confortables como tener que viajar diariamente más de una hora para llegar al trabajo (los que viajan cada día por alguno de los accesos a la Ciudad de Buenos Aires saben de qué se trata).

 

Muchas veces, estas familias adquieren bienes que luego no tendrán el tiempo suficiente para disfrutarlos como se habían imaginado.

 

Esto es lo que Robert Kiyosaki, autor de “Padre Rico, Padre Pobre”, bautizó como “la carrera de la rata”: la situación en la cual los gastos tienden a crecer al mismo ritmo que los ingresos. Cuanto más se gana, más se gasta, porque se puede acceder a más bienes y servicios.

 

Por algún motivo, el dinero nunca parece ser suficiente, lo que termina generando una sensación de creciente infelicidad.

Comprar experiencias

Los investigadores plantean que, en lugar de estar tan pendientes de cómo ganar más dinero, es más útil concentrarse en cómo alcanzar una mayor felicidad con lo que ya se posee.

 

En el estudio, Norton y Dunn pidieron a los participantes que hicieran una lista de sus gastos mensuales. El resultado dio que la mayor parte de los gastos era destinada a “cosas”, como equipos electrónicos, música, libros, etc. En realidad, los especialistas plantean que comprar ‘cosas‘ no incrementa la felicidad a mediano plazo.

 

Por ejemplo, uno puede comprarse un auto caro: en ese momento, su sensación de bienestar va a ser grande. Pero a la larga, esta compra dejará de generar tanto placer como al principio. En cambio, lo que recomiendan es comprar ‘experiencias‘ y no preocuparse tanto por los bienes materiales.

 

Las experiencias podrían ser un viaje, ir al teatro, cenar en un restaurante con amigos, todas actividades que dan más felicidad que un objeto y uno tiende a recordarlas por más tiempo. Incluso conviene evitar que estas experiencias agradables se conviertan en rutinarias, porque perderían el encanto inicial.

 

Y, por supuesto, no pensar en que se podría estar trabajando ganando más dinero cuando se disfruta de alguna de estas actividades.

 

También los expertos aconsejan invertir la premisa clásica de “comprar ahora y pagar después” por otra que sea “pagar ahora y consumir más adelante”. Porque no sólo uno evita endeudarse, sino que el pago anticipado proporciona una fuente extendida de placer. Cuando llega el momento de hacer el viaje que ya fue pagado, existe la sensación de que se lo hizo gratis, lo que aporta una cuota extra de felicidad.

 

De la misma manera, hacer regalos produce más placer que comprarse cosas para uno mismo. Cuando se adquiere un televisor, uno tiende a mirar televisión solo, mientras que una salida a comer se hace en grupo.

 

Y el aumento de la interacción social es una de las claves para ser más feliz. Es lo que Norton y Dunn llaman “invertir en los demás”. Produce más placer gastar dinero en alguien que no sea uno mismo, como una donación. Esto permite conectarse con otras personas y sentir que se está haciendo algo positivo para el resto.

 

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