martes, 3 de septiembre de 2013

Las bolsas sufren cada vez más fallas técnicas que nadie sabe cómo evitar

Quien haya visto el célebre film “2001: Odisea del Espacio”, de Stanley Kubrick, recordará cómo fue tomando el control la super computadora que dirigía la nave espacial en misión a Júpiter.

 

A último momento, cuando parece que todo está perdido, el último tripulante que queda vivo logra desconectar el ordenador y evitar su muerte segura.

 

¿Pasará lo mismo con los programas informáticos que hoy dominan la operatoria de todas las bolsas mundiales?

 

Los últimos fallos técnicos que se han venido sucediendo en varios de los principales mercados financieros generar muchas dudas respecto de las bondades de estos adelantos informáticos, que provocan pérdidas millonarias y que plantean una vez más cuál es el límite entre la maximización de los beneficios y la seguridad y transparencia de las negociaciones bursátiles.

 

Las tres horas más largas de la vida de un operador de bolsa fueron seguramente las que vivieron todos aquellos que trabajan con el Nasdaq, el mercado de acciones tecnológicas de Nueva York, el jueves 22 de agosto pasado, de 12:15 a 15:25.

 

Porque las cotizaciones de las mayores compañías del sector tecnológico, incluyendo los gigantes Apple, Google o Facebook dejaron de cotizar durante 190 minutos, víctimas de un fallo informático que interrumpió la operatoria y que provocó un estado de pánico entre los operadores e inversores.

 

El accidente, el peor en la historia del mayor mercado de acciones tecnológicas, impidió que todas las demás plataformas de trading pudieran a su vez comprar y vender títulos del sector, ya que toda la operatoria depende de los precios que fija el Nasdaq, mudo durante ese lapso de tiempo.

 

“La interrupción de las operaciones, aunque haya sido resuelta antes del fin de la jornada, no deja de ser grave y debería reforzar nuestro esfuerzo colectivo para reducir la vulnerabilidad tecnológica de las bolsas y de los operadores del mercado”, afirmó tajante Mary Jo White, nueva presidenta de la Securities and Exchange Commission (SEC), organismo que regula los mercados financieros de EE.UU.

 

Del lado de las autoridades del Nasdaq, las explicaciones de rigor apuntaron a que la suspensión se debió por cuestiones de seguridad. “Constatamos un problema en el flujo de datos que dirige la operatoria de 13 plataformas de trading con las que el Nasdaq trabaja y permite reflejar las ofertas de precios de acciones”, afirmó en plena catástrofe Robert Greifeld, director de la bolsa tecnológica, explicando además que la suspensión se hizo para evitar “cualquier tipo de asimetría” entre los operadores institucionales, quienes aún tenían acceso a una cierta cantidad de información, y los inversores más pequeños.

 

De todas formas, el mercado que es competencia del NYSE (New York Stock Exchange) ya tiene en su haber algunos casos similares, igual de impactantes. Como cuando se realizó el lanzamiento de Facebook (en mayo de 2012), precedido de una campaña de comunicación sin igual, que terminó en un fiasco porque justo en el momento de la presentación sobrevino un fallo informático, por lo que hubo que retrasar el esperado lanzamiento. Cada vez menos control Pero estos hechos no son aislados: en el último siglo hubo unos 50 incidentes de distinto tipo (todos relacionados con la tecnología), que afectaron a la negociación de papeles en Wall Street. El problema es que estos fallos se están dando con cada vez mayor frecuencia. Y lo mismo sucede en el resto del mundo. Sin ir más lejos, la semana pasada le tocó el turno a la Deutsche Börse y su plataforma de productos derivados Eurex, que tuvo que ser “desenchufada” durante más de una hora por otro fallo en sus programas informáticos.

 

“Eurex fue interrumpido a las 18:20 para proteger la integridad del mercado. Esta interrupción fue causada por una incorrecta sincronización del tiempo en el sistema”, afirmó en un comunicado el mercado bursátil alemán, indicando también que el problema había sido resuelto en el día. Y lo mismo podría decirse del “flash crash” que le hizo perder u$s 862.000 millones a Wall Street en mayo de 2010, en tan sólo 20 minutos, antes de que los precios recuperaran sus valores previos, o del incidente de hace dos semanas atrás que sufrió el agente de bolsa chino Everbright Securities: tras colocar órdenes de compra en serie por un total de casi u$s 4.000 millones en pocos minutos, generó un ‘error de trading‘ que hizo saltar la bolsa de Shanghai un 5%.

 

Todos estos fallos fueron achacados a los algoritmos matemáticos. Estos programas informáticos súper sofisticados son los responsables de que hoy se puedan transar miles de millones de dólares cada día en los mercados financieros en menos tiempo de lo que uno parpadea, es decir en milésimas de segundo. Es lo que se conoce como Trading de Alta Frecuencia (HFT o High Frequency Trading, en inglés). Y que se refiere a computadoras muy sofisticadas que envían enormes cantidades de órdenes de compra y venta a muy corto plazo, sin intervención humana.

 

Los defensores del HFT aseguran que gracias a estos avances se logró dar liquidez a los mercados hasta niveles jamás vistos, así como reducir de manera los costos operativos. Pero también representa una enorme tentación para cualquier corredor inescrupuloso que busque alterar los algoritmos en su propio beneficio.

 

Y hace que la velocidad no permita evitar los fallos que se vienen sucediendo cada vez más seguido. De acuerdo con Eric Hunsader, fundador de Nanex, una empresa que se dedica a evaluar el comportamiento del HFT, “Estamos en una calesita. Los algoritmos intercambian títulos cuyo precio fue fijado por otro algoritmo, sin ninguna información económica que lo sustente. Esto ya no tiene ningún sentido”. Salvo por un pequeño detalle: cuando se suspendió la operatoria en el Nasdaq, los traders de alta frecuencia pudieron seguir operando durante 15 minutos más. Hecha la ley...

 

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