martes, 28 de julio de 2009

Las trabas para importar ropa ponen en peligro el negocio de las grandes tiendas

Desde que el 29 de junio, un día después de las elecciones, la cadena C&A anunció el cierre de 20 locales en el país para abandonar, tras 12 años, su negocio en la Argentina, el temor a que otras empresas del rubro hicieran las valijas sobrevuela el mundo textil.

La punta de lanza la había llevado Emporio Armani, la marca de indumentaria de lujo que en abril anunció el cierre de su único local en el país, en la Avenida Alvear.

Y la chilena Johnson’s salió a negar un supuesto abandono de la actividad en la Argentina.

Hacia finales de la semana pasada, un nuevo rumor invadió los despachos empresarios: el posible alejamiento de la española Zara, con presencia en los principales centros de venta de la Argentina.

La empresa negó esa posibilidad. Pero el rumor echó combustible a un mercado cada más envuelto en llamas.

El motivo:

En el marco de su plan para evitar la salida de dólares en medio de presiones sobre el peso, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, demora la entrega de licencias de importación. Las exigencias del polifuncional funcionario no terminan allí, dado que también reclama a las empresas que por cada peso que importen, exporten otro.

Al Gobierno se le plantea la disyuntiva de estimular la producción local pero, al mismo tiempo, exponerse al cierre de locales. Armani fue la única que puso en blanco sobre negro el por qué de su salida: las dificultades para importar ropa.

“Durante los últimos tres meses fue aún más difícil conseguir las autorizaciones”, avisa el dueño de un fabricante de indumentaria que viste sus vidrieras con un 85% de ropa local y un 15% de producto importado.

Para las compañías que tienen producción en la Argentina, las llamadas licencias no automáticas implican un dolor de cabeza, pero para firmas del estilo de C&A, Johnson’s o la propia Zara, pueden causar, según definen sus competidores, el fin del negocio.

Las trabas impuestas por el Gobierno no discriminan marcas. En el primer semestre del año pasado, la norteamericana Nike ingresó al país 1,185 millón de pares de zapatillas, mientras que en el mismo período de 2009 alcanzó los 1,06 millones, un 10% menos.

La misma suerte corrió el resto de las marcas. En total, durante los primeros seis meses de este año entraron al país 9 millones de pares, un 23% menos que los 11,71 millones del año pasado.

“¿Traemos menos porque la economía está mal? No, porque no nos firman las licencias”, reconocen en una de las empresas.

Para esquivar el cerco oficial, algunas marcas se lanzaron a aumentar la producción local, como la propia Zara y el grupo chileno Falabella. Pero en una compañía habituada a sufrir las demoras en las licencias de importación aclaran que “las grandes marcas a nivel mundial no te permiten producir localmente”.

Desde la otra vereda, fabricantes locales que compiten con la importación deslizaron que “si la salida no se hizo oficial (con respecto a los comentarios sobre Zara), se debe tratar de una maniobra para conseguir licencias más rápido”.

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