sábado, 31 de enero de 2009

Millones de jubilaciones están en riesgo por la crisis financiera

Quienes se acercan a la edad del retiro sufren por la caída de los mercados, porque una parte de sus aportes está en acciones y bonos.

Se perdieron al menos u$s2 billones

Es bien sabido que cuando un país atraviesa una crisis económica, sus habitantes sufren un deterioro en su calidad de vida. Los estadounidenses están empezando a darse cuenta que el axioma nacido después de la Segunda Guerra, que sostenía que cada generación iba a tener una calidad de vida superior a la que la precedió, hoy es inviable.

Porque aparte de la crisis hipotecaria y la pérdida de empleos, cada vez más gente en edad de jubilarse ve cómo sus aportes perdieron valor (porque buena parte fue invertida en acciones y bonos) y no podrá cobrar una jubilación que le permita mantener su nivel de vida.

Esta crisis previsional es de grandes magnitudes: de acuerdo con un estudio publicado por la American Association of Retired Persons (AARP), la caída de los mercados financieros redujo los ingresos previsionales en por lo menos un 20%.

Además, uno de cada cinco estadounidenses con por lo menos 45 años de edad reconoció haber dejado de aportar a su cuenta jubilatoria durante el último año por no tener dinero suficiente, y uno de cada tres piensa retrasar su retiro por lo menos 3 años, para mejorar sus ingresos después del retiro.

El sistema previsional estadounidense se sostiene en tres pilares:

La Seguridad Social, que es financiada con impuestos;

Los fondos de pensión con un ingreso garantizado, que son financiados por cada empleador;

Los aportes que hacen los trabajadores en cuentas personales (las 401 K), que se alimentan también por aportes de las empresas y que se invierten principalmente en acciones y en menor medida en bonos.

La Social Security paga a cada jubilado un ingreso mensual igual al 40% de su sueldo, aunque está previsto que este pago se reduzca al 22% en los próximos años.

Al mismo tiempo, casi 20 millones de trabajadores está cubierto con un plan de pensión, que es obligatorio en el sector público pero optativo en el privado, donde cada vez hay menos (sólo un 5% de los empleados lo reciben). Y el resto aporta a cuentas 401 K (similar a nuestro extinto sistema de capitalización), que nacieron en 1983, pero que se volvieron masivas en la segunda mitad de los ’90 (entre 1983 y 2004, la participación de los trabajadores cubiertos por las 401 K pasó del 12% al 63%).

Hoy hay 50 millones de asalariados que aportan a las cuentas 401 K y que se encuentran en una situación muy complicada para retirarse, por una pérdida de valor de sus ahorros (se calcula que cerca de u$s2 billones se perdieron en aportes por la caída en el valor de las acciones).

Pero la situación para muchos es más delicada, porque por su nivel de endeudamiento (por haber tomado un crédito hipotecario o por deudas con tarjeta) dejaron de aportar a sus cuentas previsionales para afrontar estos pagos pendientes. Y a esto hay que agregarle los millones de personas que se quedaron sin empleo y las empresas que por la crisis dejaron de aportar su parte a los fondos de pensión y a las cuentas 401 K (GM y FedEx son algunas).

Y como si esto no fuera suficiente, existe el riesgo de que quiebre la empresa, lo que afecta al asalariado por partida triple: porque se queda sin ingresos, porque su empresa deja de aportar a su cuenta 401 K y porque pasa a valer cero la parte de sus ahorros previsionales invertidos en acciones de la misma compañía (la mitad de las cuentas 401 K estaría en esta situación, según Hewitt Associates). Un escenario que hoy espanta a muchos en EE.UU.

Fuente: El Cronista

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