sábado, 11 de octubre de 2008

Crítica a la prohibición del short selling en EE.UU.

En un intento desesperado por detener la sangría de los mercados, se prohibieron las ventas en descubierto de 799 acciones. La medida, que fracasó en 1930, ya generó varios inconvenientes sobre la operatoria bursátil en Wall Street.

No debería sorprender al inversor actual que la crisis financiera continúe apareciendo por varios días más en la tapa de todos los diarios del mundo. Sucede que la implosión del mercado norteamericano y la histórica semana vivida en términos de quiebras y salvatajes dejan infinidad de materiales para el juicio y la reflexión.

En este artículo voy a referirme a una de las medidas técnicas anunciadas el jueves pasado, que no contó con la suficiente repercusión en los medios dado que, desde mi perspectiva, es clave para entender lo que pasó y lo que vendrá.

Me estoy refiriendo a la prohibición de “shortear” 799 acciones financieras efectuada por la SEC (Securities and Exchange Commission) el jueves pasado como intento desesperado por detener la sangría de un mercado que se caía a pedazos.

Ante todo, repasemos brevemente la operatoria del short selling (venta en descubierto):

El inversor le alquila al broker acciones del activo a “shortear”.

El broker puede darle esos activos sacándolos de su propia cartera o de la cuenta de otro inversor (siempre haciéndose responsable el broker por el alquiler).

El inversor vende las acciones alquiladas especulando con que su precio futuro sea inferior al precio actual.

Una vez alcanzado el target de baja de precio, el inversor compra en el mercado la misma cantidad de acciones que había alquilado y cubre su posición frente al broker, siendo su ganancia la diferencia entre el precio al que vendió las acciones alquiladas y el precio al que las compró para devolvérselas al broker, menos el costo del alquiler.

En vez de comprar y vender y embolsar la diferencia, en este caso se vende y se compra y se embolsa la diferencia. Cambia el orden de las operaciones.

El cliente debe poseer una cuenta de márgenes adonde irá el dinero proveniente del short en concepto de aforo, dinero que no podrá utilizar para otras operaciones hasta tanto no cubra su posición.

Esta operatoria no está permitida en el mercado porteño pero es muy utilizada en el norteamericano.

Entre los problemas que trae aparejada la prohibición de “shortear” se encuentran los siguientes:

Los operadores de opciones ya no pueden cubrir (hedge) sus posiciones. Una práctica muy popular e imposible de efectuar a partir de ahora es la de comprar un call y luego cubrirse parcialmente “shorteando” acciones del activo subyacente.

Los fondos (entre los cuales se encuentran algunas Proshares como SKF) no pueden seguir utilizando programas de trading automatizados.

Los inversores de largo plazo comprados en, por ejemplo, acciones preferentes de brokers y financieras, no pueden cubrir sus posiciones “shorteando” acciones ordinarias del mismo emisor.

Los daytraders se ven obligados a comprar puts (opciones de venta) para operar en forma intradiaria en el mercado cuando quieren especular con una baja de las cotizaciones.

Estas son solamente algunas de las complicaciones que se están detectando en estas horas y se espera que sigan apareciendo inconvenientes.

Mi opinión personal es que esta medida es totalmente equivocada y superficial, además de preocupante. No sólo no resuelve ningún problema de fondo al limitar sensiblemente el menú de activos financieros sino que la SEC parece estar repitiendo viejos errores del pasado en forma calcada.

De hecho, el 18 de octubre de 1930 la misma reglamentación fue lanzada al mercado.

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