lunes, 18 de agosto de 2008

Cómo interpretar las caídas bursátiles

Los ciclos de la economía y los mercados determinan que una vez cada tanto (aunque bastante más seguido en las últimas décadas) las crisis financieras amenazan la riqueza de los inversores y especuladores financieros.

Pero es sabido que también crisis=oportunidad, y que en momentos de turbulencia como los actuales, los inversores que hacen uso de su “sangre fría” pueden hacer una diferencia interesante.

Me parece de suma utilidad, en estos momentos, recurrir a libros que den consejos útiles para entender que es los que está pasando y como sacar el mayor provecho posible de la situación.

A continuación expondré algunas ideas sacadas del valioso libro “Un náufrago en la bolsa”, de Carlos Torres Blánquez, que considero posee consejos sumamente útiles para momentos como el actual:

“En las caídas, la bolsa da dos tipos de avisos:

- Ojo que me voy a desplomar y te voy a desplumar, que advierte un desplome

- Ojo que me largo al sur y te voy a marear, que avisa de una fase bajista

Ojo que me voy a desplomar y te voy a desplumar:

Antes del crack de 1929 la bolsa dio cinco avisos. Los avisos del tipo “Ojo que me voy a desplomar y te voy a desplumar” consisten en caídas breves y repentinas, del orden del 5% en pocos días o del 10% en pocas semanas.

Los avisos de la Bolsa comienzan un año o año y medio antes del desplome.

Hay que descartar las caídas más suaves, como por ejemplo un 10% a lo largo de más de dos meses, porque estas oscilaciones, que a veces se dan en una etapa alcista, pueden responder a una falta de interés o a una apatía de los inversores debidas a la ausencia de alicientes, más que a una secuencia de pánico.

Hubo una crisis económica tres años después del desplome de 1987 y del desplome de 1998.

Aunque parezca que la Bolsa se recupera de un desplome como si nada hubiera pasado, sí ha pasado algo. El desplome en sí mismo es también una advertencia de que algo se ha deteriorado gravemente.

Ojo que me largo al sur y te voy a marear:

El mayor riesgo que corre un inversor es verse atrapado en un ciclo bajista. Los desplomes son demoledores pero breves. Si uno no vende en ellos, se beneficia de la recuperación que le sigue.

Es preferible ver como las acciones que uno posee se desploman en dos meses pero se recuperan en los meses siguientes, que asistir a un deterioro progresivo de la cartera de valores a lo largo de un año, quizás dos o más.

En una fase bajista conviene perder la paciencia y la esperanza lo antes posible.

Etapa 1: el aviso.

Cuando la bolsa ha caído de forma progresiva al menos un 15% respecto de su último máximo en un período de por lo menos cuatro meses y marca un nuevo mínimo en este período. La bolsa está diciendo “salí o sufrí”.

En un gran ciclo alcista, tu patrimonio se puede multiplicar por cinco. Si sales anticipadamente, puedes perderte gran parte de la subida.

No es necesario que vendas inmediatamente después de un aviso porque la Bolsa se recupera. Puedes salir con una pérdida del 10% pero habrás aprovechado la totalidad del ciclo alcista.

Etapa 2: la seducción.

Es fácil quedar atrapado por una Bolsa bajista porque es más seductora que nunca. En una alcista, sube a pequeños pasos, y los índices rara vez suben más del 2% en un solo día.

En cambio, en una fase bajista, las subidas de más de un 2% en un solo día son frecuentes porque los inversores están siempre esperando a que haya tocado fondo y se apresuran a comprar cuando da la impresión de que la tendencia bajista ha llegado a su fin. Es un espejismo que se repite una y otra vez.

Una Bolsa bajista hace mucho ruido, mientras que una alcista hace poco. La alcista sólo acostumbra a volverse ruidosa cuando está próxima a retirarse, razón por la cual muchos se suman a la fiesta de su despedida.

Pero después de la fiesta, en vez de recoger los platos rotos y marcharse, se quedan contemplando como se cae el decorado.

Etapa 3: calma chicha.

Tras el aviso, la Bolsa da tiempo de sobra para abandonar el barco. Desde el aviso hay un período de unos seis meses para decidirse a vender, ya que el índice consigue mantenerse más o menos estable durante ese tiempo.

Etapa 4: la tormenta.

La etapa de la tormenta es la etapa de las pérdidas más demoledoras, pero es la más breve.

Etapa 5: el período de gestación.

El conjunto de las primeras cuatro etapas dura entre ocho y once meses, como si estuviera gestando el nacimiento de un nuevo ciclo alcista.

Etapa 6: la tentación.

Si al menos cuatro meses después de haber marcado el mínimo del final de la tormenta el índice alcanza el nivel más alto en dicho período de cuatro meses y acumula una revalorización significativa del orden del 15% o más, la Bolsa informa de que se está produciendo una vuelta de la confianza.

En los primeros meses de una tendencia alcista, el índice alcanza niveles similares a los que tenía justo antes de la tormenta. Es el momento de la tentación para muchos inversores de cobrarse revancha.

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